22.10.21

De Daniel Ellsberg a Snowden

Estimo que una manera de repensar nuestro pasado como muy malos "comunicadores" debe ser rescatando del olvido las ignominias que representan los secretos de estados, sobre todo, de aquellos que han causado tanto mal y tantas desgracias a la humanidad o a determinadas comunidades.

Daniel Ellsberg es respetado y querido por muchos en el mundo. Lo es porque ayudó a destapar la mentira que se hizo construir Estados Unidos en cuanto a su intervención en Vietnam. En un principio fue considerado un "traidor".

Los patrones dominantes en la circulación de información internacional son los mismos hoy: si se trata de blancos y son estadounidenses recibirán trato preferencial. Así, pues, si usted la pregunta a Google por los muertos en Vietnam, el algoritmo en función lo llevará al siguiente dato: "murieron 58.318 estadounidenses". Un poco más tarde encontrará otros datos todavía más esclofríantes, pero no para Google: "Al menos 1.1 millón militares de Vietnam del Norte murieron durante el conflicto, mientras unos 250.000 soldados survietnamitas fallecieron en la guerra". Los civiles, por ahora, no cuentan, aunque se estimen en más de un millón de vietnamitas.

Ese patrón del "conocimiento disponible", que oculta o disminuye la importancia de otros datos distintos a la óptica del gobierno de Estados Unidos, prevalece con fuerza hoy. 

Daniel Ellsberg es ahora un héroe para el New York Times y para buena parte del sistema mediático estadounidense. No así  Edward Snowden. Lo que reveló Snowden, no obstante, es tanto o más importante. Sobre circuntancias, además, que afectan a más gente en forma directa y podría tener peores consecuencias a largo plazo. 

Les comparto lo que dice al respecto Douglas Rushkov, un pensador de estos tiempos de la velocidad digital:

When I was a kid, I remember a guy named Daniel Ellsberg leaking some classified documents to the New York Times about the Vietnam War called “the Pentagon Papers.” When the whistleblower finally stood trial for espionage, my parents weren’t quite sure how to feel. But when Richard Nixon’s crew was revealed to have been conducting illegal wiretaps in an effort to discredit the former intelligence contractor, well, they were outraged and decided Ellsberg was a hero. So did the judge and most of America.

I wonder if Ed Snowden – the 29-year-old Booz Allen Hamilton employee behind last week’s series of leaks about NSA surveillance on the American public – will be rewarded with the same admiration. You’d think we would be even more outraged by what he uncovered than we were by the surveillance of Ellsberg. After all, it’s not just one lone loose cannon being wiretapped here, it’s all of us.

Snowden has not uncovered a human conspiracy here, but the workings of the machine itself. And it’s a machine that really does require some human intervention.

 Rushkov escribió esto en el 2013, recién conocidas las revelaciones de Snowden. Y lo más triste es que en términos del gran público, la gente común y corriente, poco o nada se sabe de Ellsberg ni de Snowden. Y eso es uno de los resultados de lo que podríamos llamar la economía política de la información, en la que también podemos advertir abismales desigualdades tanto en la circulación como en la recepción de información. 

El capitalismo es asimétrico, brutal, no solo en los ámbitos de la economía.

 

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